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23 de mayo de 2011

Mi historia con "El guardián entre el centeno" de J.D.Salinger

ondalasuperestacion.com


He acabado de leer El guardián entre el centeno, una obra de J.D Salinger que con su publicación en 1951 tuvo una gran polémica entre los norteamericanos por varios motivos. Se consideraba poseedora de un lenguaje provocador, con alusiones muy directas al sexo y al alcohol y por una gran crítica a la sociedad americana, floreciente y rica años después de la victoria de la Segunda Guerra Mundial. 

Un libro que llevaba el asesino de John Lennon en el bolsillo cuando lo arrestaron y que 30 años después de su publicación era tanto el libro más prohibido como el segundo más estudiado como lectura obligatoria en los institutos estadounidenses. Vamos, un libro de culto para cualquier norteamericano y que no deja indiferente, porqué o bien te gusta o bien consideras que está sobrevalorado.
  
El protagonista es Holden Caulfield, un adolescente de 16 años de familia bien, que acaba de ser expulsado de su escuela preparatoria (y no es su primera expulsión). Un personaje deprimido, asqueado de la vida, decepcionado con la gente, cansado de la vida en general y que aprovecha la expulsión y el hecho de que sus padres aún no lo saben, para pasar unos días en Nueva York solo.

Holden odia la gente “falsa”, no hace nada si no “está en vena”, le gusta mucho el alcohol y fuma como un carretero, pero además, echa mucho de menos a su hermano Allie, fallecido a causa de una leucemia y con el que estaba muy unido y adora a su hermana pequeña, Phoebe, a través de la que recupera el mínimo de esperanza y confianza en el ser humano necesaria para su supervivencia. También tiene un hermano, D.B, que según él, escribe unos cuentos muy bonitos, estuvo en el ejército pero que ahora está trabajando en Hollywood, totalmente alejado del oficio literario, lo cuál no acaba de entender el protagonista. 

El libro está narrado en primera persona y la sensación es la de estar con Holden en un bar, compartiendo mesa y bebiendo algo (fuerte) mientras él habla, narra sus aventuras en Nueva York,la soledad, la tristeza, sus recuerdos de Allie, las descripciones de los diversos compañeros de habitación, profesores y demás personajes con quién ha ido compartiendo su vida. 

Y mientras te explica (es decir lees) como todo le molesta, como nada tiene sentido porque la gente es falsa y la vida injusta, tú te vas contagiando de esa "apatía" por el mundo, de esas tonterías que al protagonista desquician y que a al final también a ti te acaban desquiciando. Es increíble, pero es ese el efecto que el libro tenía sobre mí en algunos momentos. Sin ir más lejos, el jueves iba en el tren volviendo de un duro día de trabajo mientras leía este trozo del libro en el que el protagonista se va al teatro con una chica y la chica en cuestión se encuentra a un amigo:

"Luego él y Sally se pusieron a hablar de un montón de gente que conocían. La conversación más falsa que han oído en su vida. Los dos pensaban en un sitio lo más deprisa que podían  y luego pensaban en alguien que vivía allí y mencionaban su nombre. Cuando volvimos a sentarnos estaba a punto de vomitar. De verdad. Y luego, cuando acabó el segundo acto, siguieron con su conversación aburridísima. Siguieron pensando en más sitios y en más gente que vivía allí (...) Me los imaginé a todos sentados en algún bar con sus malditos chalecos a cuadros, criticando obras de teatro, y libros, y mujeres con esas voces cansadas de snobs. Esos tíos me dejan sin habla.
Para cuando entramos en el taxi, yo casi odiaba a Sally después de haber oído como diez horas a ese hijoputa de Andover"

Pues mientras digería las neuras y manías del protagonista, la señora sentada a mi lado, empieza a luchar contra un paquete de galletas saladas que saca de su bolso. Lo abre, se le caen unas cuantas galletas que estaban trituradas, y se le llena su falda de migas. La señora no se corta y se sacude la falda con toda su energía. Las migas, evidentemente, salen volando en todas direcciones. La señora lucha de nuevo con el paquete para coger una galleta que no esté hecha papilla, lo consigue, y se la lleva a la boca. Mastica con la boca abierta, bien abierta. Las galletitas saladas manchan, pero no pasa nada, se limpia los dedos en su propia falda antes de pasar la página del Qué me dices que aguanta con su otra mano. Supongo que con la grasa de las galletitas la hoja de la revista se pasa más fácilmente. Me estaba poniendo muy nerviosa. Aparte de esquivar las migas me tengo que releer un párrafo del libro porque no me concentro. De repente oigo "chassss". No puede ser, se le ha quedado trozos de galleta entre las muelas y mediante la técnica hacer el vacío con las mejillas intenta que desaparezcan esas molestas partículas. Aquí ya estaba atacada, lo reconozco. Cerré el libro y pensé que realmente era un gran libro. Ciertamente, mi compañera de viaje era una cerda, pero no era motivo para estresarme tanto. Pero Holden Caulfield lo consiguió, consiguió que todos mis sentidos estuvieran alerta y que fuera capaz de odiar durante unos segundos a esta buena mujer que estaba a mi lado y que lo único que hacía era comer, de manera un poco salvaje, unas galletitas saladas.

Así que si tenéis curiosidad por saber si realmente es una obra sobrevalorada, o si os queréis poner a prueba y ver si las vivencias del protagonista pueden llegar a  poneros muy, pero que muy nerviosos a veces, entonces hay que leerse el libro. La verdad es que yo lo recomiendo, he disfrutado con su lectura y con toda la información relacionada con la novela que he ido encontrando.

8 comentarios:

  1. ostres tu, espero que no m'hagis mirat algun dia mentres llegies aquest llibre de la manera que segur vas mirar a la senyora asidua del Salvame de luxe... jejejeje Tens raó, un llibre que t'encomana un sentiment, es un gran llibre. T'agradi el fil conductor o no. Abraçada!

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  2. ja, ja, que dius home!!! no sóc tant susceptible però t'asseguro que em va fotre dels nervis i a més a més és que jo mateixa em donava conte que estava així per culpa del protagonista! Una abraçada!

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  3. Hola Perkins, devuelvo la visita que hiciste en mi entrada en el blog de Teresa. Yo tampoco conocía tu blog! Ahora lo voy a recorrer con tiempo.
    ¡No me digas que sos catalana! Es la tierra de mis ancestros!
    No sé si me atrae demasiado la temática de este libro, pero me pareció desopilante la descripción de tu momento de furia en el tren. Te puede imaginar lanzándole miradas furibundas, explosivas como misiles a esa señora tan poco educada.
    Te mando un beso desde el hemiferio sur!
    Marcela

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  4. Hola Marcela,
    gracias por pasarte por el blog, un placer tenerte por aquí.
    Pues sí, sóc catalana, vivo en la costa cerquita de Barcelona.
    Respecto a mi momento de furia en el tren, fue más interno que otra cosa. No le pegué ninguna mirada extraña a la mujer ya que era totalmente consciente de que mi reacción era un poco desmesurada y quizá por eso preferí cerrar el libro y no pensar en sus galletas, ruidos y demás.
    Un abrazo desde el mediterráneo!

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  5. Fe de erratas: donde dice "hemiferio" debe decir "hemisferio". Un error de tipeo.
    Beso
    Marcela

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  6. Qué mona!! pues ni me dí cuenta! un abrazo,

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  7. ja ja ja qué buena la historia de la monstrua de las galletas y tu mímesis con Holden. Bueno, este es mi libro favorito y lo suelo leer y releer varias veces al año desde los 14 cuando lo descubrí, así que imagínate lo mucho que me gusta. Bsos

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  8. Si, si , realmente es un buen libro. Hombre, a mi no sé si me gustó tanto como para releerlo varias veces al año pero claro, ese trato preferente es sólo para los libros favoritos y el mío es El libro de los abrazos.
    un beso!

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